Donde vuelve el agua: restaurar vertientes para que regrese la vida

Donde vuelve el agua: restaurar vertientes para que regrese la vida

Cuando el agua vuelve, trae consigo equilibrio a los humedales del Parque Patagonia en Santa Cruz, Argentina.

En la vastedad de la estepa del Parque Patagonia, Argentina, existen rincones donde algunos pequeños «oasis» sostienen una sorprendente diversidad de vida: los humedales.

«Son ecosistemas únicos: en la estepa se manifiestan como depresiones, donde forman lagunas, nutridas por las vertientes que afloran en las laderas y favorecen la formación de mallines, distribuidos en el suelo árido» explica Emanuel Galetto, coordinador de conservación del Proyecto Patagonia que lidera Rewilding Argentina en el noroeste de Santa Cruz.

Esto es porque las mesetas de Parque Patagonia —planicies volcánicas inmensas y elevadas— funcionan como esponjas, que retienen el agua de las nevadas en invierno y que luego aflora por sus laderas y forman mallines. En estos cuerpos húmedos, entre rocas y coirones, nace la vida en la estepa.

En la aridez de la estepa del Parque Patagonia, la vertiente La Lucha.
Foto por Horacio Barbieri

EL AGUA, PROTAGONISTA DE LA HISTORIA

En estas vertientes, donde la fauna encontró una fuente esencial para el desarrollo de la vida, también los humanos tejieron a su alrededor su propia historia. «Los cascos de estancia se asentaban cerca de las vertientes y, más atrás en la historia, los pueblos originarios buscaban estos sitios para asentarse y conseguir alimento», cuenta Emanuel. «En la actualidad, las prácticas productivas más tradicionales también se organizan en torno a estos sitios para aprovechar cada gota del recurso más escaso de la estepa».

Así, muchos de los humedales se degradaron con el transcurrir del tiempo: algunos perdieron su fuente de agua por desviaciones del curso original de las vertientes, o fueron drenados e invadidos por especies exóticas. «El sobrepastoreo producido por el ganado doméstico —caballos, vacas y ovejas específicamente— en estos sectores de alta productividad eliminó la vegetación nativa y desencadenó importantes procesos de erosión», explica Emanuel.

Las especies exóticas invasoras también afectaron gravemente a los humedales de la estepa: «El visón americano depreda sobre anfibios, reptiles, aves y pequeños mamíferos, y eso afecta a especies amenazadas, como la gallineta chica o el macá tobiano. Por su parte, las plantas exóticas, como la menta, el berro, los sauces o los álamos, consumen la escasa agua disponible y cambian el cauce de ríos y vertientes. Conocer el origen de estas situaciones es necesario para restaurar y recuperar estas áreas».

El juncal en la zona de la estación biológica El Unco del Parque Patagonia recuperó ampliamente su superficie y su vitalidad. Foto por Horacio Barbieri durante una sesión de monitoreo de coipo, recientemente reintroducido en este lugar.

Entre 2021 y 2024, el equipo de Rewilding Argentina, con el apoyo de Fundación Freyja, relevó más de cien sitios con humedales, vertientes y mallines en Parque Patagonia, puntualmente en la meseta del lago Buenos Aires y la meseta Sumich, y en los cañadones Caracoles y Pinturas. El objetivo fue conocer su estado y comenzar un proceso de recuperación.

Un caso emblemático fue el humedal del cañadón Caracoles. «En 2019 comenzamos a trabajar para recuperar un humedal que había sido completamente alterado. Estaba drenado, sus juncales habían desaparecido, las vertientes que lo alimentaban habían sido desviadas y se habían construido terraplenes que cruzaban las pequeñas lagunas».

La zona había sido invadida por menta, berro y sauces y perdido su diversidad de especies. «Los guanacos y choiques ya no bajaban a pastorear. Zorros y pumas eran perseguidos por los perros de la estancia. El coipo y el chinchillón habían sido extirpados del paisaje. La gallineta chica se había convertido en un fantasma del juncal».

Ocho hectáreas cubiertas por vegetación exótica y solo unas pocas aves eran todo lo que quedaba. Entonces empezó el trabajo: recanalizaron las vertientes, cerraron los canales de drenaje, removieron terraplenes y controlaron especies invasoras. «El agua comenzó a aumentar de nivel casi de inmediato. A los pocos meses, los juncos comenzaron a rebrotar y en la primera primavera, las aves volvieron a las lagunas y llenaron de vida y colores al humedal. También regresaron los choiques y guanacos. El canto de la gallineta chica retumbaba en los nuevos juncos».

A los dos años, el equipo logró translocar los primeros coipos, un roedor nativo que había desaparecido. «El humedal recobró su esplendor. Un nuevo ecosistema había resurgido. Esto es el rewilding».

El coipo, reintroducido en Parque Patagonia, cumple una función importante en la “arquitectura” de los humedales esteparios. Foto por Franco Bucci.

LA IMPORTANCIA DE VOLVER A MIRAR

La restauración de vertientes y humedales es más que una cuestión técnica: es un gesto profundo de reconexión con el territorio. «Cuando estos espacios vitales se recuperan, el paisaje cambia rotundamente y parece magia: reviven los colores, los cantos y los movimientos reaparecen. La vegetación atrae diversidad, los herbívoros buscan nuevas pasturas, los predadores los siguen y se restablece un equilibrio».