Cuando Digo Sur: construir desde el territorio

Cuando Digo Sur: construir desde el territorio

En los cañadones de Parque Patagonia la comunidad de Perito Moreno se reconecta con la naturaleza mediante el arte, la escritura y el andar por estas tierras agrestes.
Texto: Rocío Navarro

En junio de 2024 dimos inicio en Perito Moreno al ciclo Cuando Digo Sur, una propuesta que impulsamos con la intención de crear un espacio de escritura colectiva y exploración personal, atravesado por el vínculo con la naturaleza. En este territorio marcado por la inmensidad, el frío y una memoria milenaria, encontramos en la acción de escribir una forma de observar, de decir y de escuchar.

«La naturaleza me dio la sabiduría de poder apreciar la belleza, de manera tan simple como descubrir hermosas y diminutas flores entre las piedras.»

«Aprendí que con cada observación que hago puedo conectar con una historia que alguna vez viví, o crear una completamente nueva.»

La visión que se fue construyendo en cada encuentro habilitó nuevas formas de entender nuestra conexión con el entorno. Empezamos a ver que la experiencia de estar juntos, de caminar la naturaleza, formaba parte de una misma trama: redes, flujos, ciclos que nos atraviesan. Por eso, decidimos que cada etapa del ciclo acompañe el paso de las estaciones del año, buscando que la práctica se adapte al ritmo del clima y las condiciones del lugar que habitamos.

En invierno nos reunimos bajo techo, trabajando con recuerdos e imágenes personales ligadas al territorio. En verano salimos al Parque Patagonia, caminamos por el cañadón Pinturas y registramos nuestras impresiones en bitácoras. En otoño, nos enfocamos en los humedales: visitamos la estación biológica El Unco, donde se realizan trabajos de restauración ecológica, y propusimos instancias de observación y escritura al aire libre para profundizar la relación entre paisaje, memoria e identidad.

«La naturaleza me enseñó más de mí de lo que podría haber imaginado.»

«Andar los senderos imaginando a quienes antecedieron nuestros pasos, percibiendo el aire y el sol como una bendición.»

En cada instancia, la escritura fue una herramienta para recuperar una forma de atención y de vínculo con el entorno. Así como trabajamos en la restauración de ecosistemas, entendemos también necesario restaurar ciertos lazos culturales que se han ido debilitando: la palabra compartida, la escucha, la relación con el paisaje como parte de nuestra historia.

«Comprendí lo grandiosa que es y cuánto nos enseña. Nos conduce a captar lo simple, lo “pequeñamente” grande.»

«Escribiendo me permití plasmar cada emoción, cada sentimiento y la sensibilidad que tenía escondida de mí misma.»

Salir al aire libre, caminar la estepa y detenernos a escribir lo que vemos y sentimos fue también una forma de recuperar una relación que se vuelve cada vez más urgente. En esa acción, aparece algo más que una práctica personal, y comenzamos a reconocernos como parte activa de un cambio necesario.

«Uno se ve identificado en una roca, en una fisura o grieta de un cañadón, en la pausa de una laguna o juncal.»

«Es indescriptible el sentimiento de hogar y de calidez que sentí al poder compartir en grupo cada sentimiento encontrado, cada risa, cada lágrima, cada silencio.»

«Me parece interesante hacer el traspaso de eso que sucede en un entorno natural a la vida social, a los vínculos afectivos, el trabajo, en fin, la vida.»

Quizás lo que sigue tenga que ver con eso: con sostener el compromiso con el lugar que habitamos, con formar parte activa de los procesos que buscan reparar lo dañado, con fortalecer una mirada que incluya al territorio no sólo como escenario, sino como sujeto de memoria y de futuro.

Volver a la naturaleza es volver a lo que somos.